
El viento helado de invierno se colaba por las ventanas abiertas. Ni siquiera las cortinas medio caídas lograban frenar su gelidez, que parecía aún mayor.
Todas las luces se encontraban apagadas, el piso estaba completamente a oscuras.
La puerta seguía medio abierta, todo estaba exactamente igual que hacía unas horas.
Todo, menos él. Él estaba acurrucado en un rincón del enorme salón, murmurando delirios raramente comprensibles. La mirada la tenía perdida y su cabeza se apoyaba sobre sus brazos. Parecía llevar mucho tiempo así.
En su mente, uno a uno, se sucedieron los recuerdos de esa misma tarde. Los horribles recuerdos, malditos recuerdos…atormentantes recuerdos.
Ahora más que nunca se daba cuenta de lo que había estado haciendo durante tanto tiempo.
Nunca le había parecido extraño el haberla golpeado, podía ser excusado con que ese día llevaba una o dos copas de más. El primer día sirvió…pero sucedieron demasiados días como ese. Y no era la vida que ella quería, desde luego.
La culpa lo carcomía por dentro, lo abrasaba. Cada vez era más consciente del daño que le había provocado a la persona que más amaba en este mundo.
Tal vez si no hubiera caído en las adicciones…todo hubiera sido diferente…
Tal vez…si no hubiera probado esa pastilla…no habría comenzado a desenvolverse esa situación.
Ahora que se encontraba completamente solo podía analizar la situación.
Sólo sacaba una conclusión… que no podía vivir sin ella. El recuerdo de su melena color carbón desapareciendo tras la puerta movida suavemente por el viento intensificaba aún más su agonía.
De sus labios, entre gemidos y lágrimas surgió, claro y tembloroso, como un suspiro anhelador.
- 'Clara…No te vayas…'